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lunes, 17 de octubre de 2011

Sabemos hacia dónde vamos por Gonzalo Opazo

Es común de los exploradores salir a recorrer lugares desconocidos, adentrarse en selvas vírgenes y terrenos jamás antes transitados, pero que harían aquellos exploradores si de pronto, de tanto avanzar en aquellos lugares se dan cuenta que están perdidos, que no saben cómo regresar por donde vinieron, y aun peor no poseen consigo algún instrumento que les permita conocer su posición y menos indicarles hacia dónde ir, seguramente se angustiarían o entrarían en alguna especie de pánico, y sólo tendrían esperanzas en la posibilidad de que algún grupo de rescate los hallase en aquel recóndito lugar. Esto ha pasado muchas veces, en desiertos o lugares alejados de la urbe donde se han hallado a muchas personas sin vida por extravío de sus rutas y otras milagrosamente han sido salvadas por estos grupos de rescatistas.

Así es también el hombre que no conoce a Dios, intenta descubrir la vida sin brújula ni instrumento alguno que lo dirija en ella, lo hace a ciegas, confiando en sí mismo, extraviado. Dice la Palabra de Dios en el libro de Proverbios 16:25 que “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte”. Nuestra naturaleza nos dirige al extravío, nacimos malditos y marcados por el pecado, lejos del lugar en donde fuimos creados para habitar, pensando en transitar en la vida solos, aferrados a la idea de que nosotros sabemos por dónde ir, que no necesitamos nada ni nadie que nos dirija, hasta que nos encontramos perdidos, sin saber cómo salir de aquel lugar, angustiados pensando que nadie puede ayudarnos, que es mucho el tiempo que hemos estado allí y ya nadie se preocuparía de nuestras vidas, pero hubo un Rescatista que sin tener la obligación de hacerlo, siendo el Creador de la humanidad, dejó su trono y su condición de Dios, para venir al mundo y salvar a los perdidos, su nombre es Jesucristo, quién padeció y canceló el precio para encontrarnos, restaurándonos y entregándonos las herramientas e instrumentos necesarios para dirigirnos en este mundo y no extraviarnos, si has recibido el gran amor de Cristo en tu vida ya no estás perdido, ni volverás a estarlo, has sido hallado por el mayor Rescatista, El ha indicado por donde debes ir, El es la brújula y la luz en el camino del hombre es su Palabra, por lo tanto, confiadamente podemos decir “Sabemos hacia dónde vamos”.


Por Gonzalo Opazo Mora
Coordinador UJC Curanilahue



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