En medio de este mundo de desesperación,
preocupaciones y afanes diarios, es más que probable que se levanten tormentas
que amenacen nuestra vida espiritual y debiliten nuestra relación con Dios. En
aquellos momentos experimentamos un cumulo de sentimientos difíciles de
afrontar, que en ocasiones nos producen desesperación y angustia. Muchas veces en
estos momentos tendemos a pensar que Dios no está con nosotros, que nos ha abandonado
y que al parecer no contamos con su ayuda. Pero déjeme decirle que la palabra
de Dios dice totalmente lo contrario, si nosotros hemos recibido a Jesús como
Señor y Salvador (Juan 1:12) pasamos
a ser hijos de Dios y tenemos sus promesas en nuestras manos. La Palabra de
Dios dice: “si
somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo.” 2 Timoteo 2:13 (LBLA). Por esto no importa nuestra condición de decadencia
espiritual, porque si acudimos a Dios en medio nuestros problemas y le pedimos perdón
(1 Juan 1:9), él está ahí para
nosotros que somos sus hijos.
Quiero que
meditemos en el siguiente relato bíblico:
"Todavía
estaban navegando cuando se desató una tormenta tan fuerte que las olas
entraban a la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Entonces sus discípulos
fueron a despertarlo: ¡Señor, sálvanos! ¡Nos hundimos! Jesús les dijo: ¿Por qué
están tan asustados? ¡Qué poco confían ustedes en Dios! Jesús se levantó y les
ordenó al viento y a las olas que se calmaran, y todo quedó muy tranquilo" Mateo
8:24-26 (BLS)
Jesús después
de dar las bienaventuranzas en el monte, comienza a establecer el Reino de los
Cielos predicando la Palabra de Dios. Este hecho marca el inicio del ministerio
de Jesús y la Biblia declara que el Espíritu Santo le acompañaba con: señales, pródigos y milagros para
respaldar su obra. De repente Jesús de ser un completo desconocido para su
tiempo, se empieza a manifestar en un mundo lleno de maldad, por lo cual la multitud
lo comienza a seguir desesperadamente porque de su boca salían Palabras de Vida
Eterna (Juan 6:68) que eran capaces
de transformar sus vidas. Era tanta la multitud que seguía a Jesús que el da la orden a sus discípulos de
pasar a la otra orilla del mar de Galilea.
Como dato: El Mar de
Galilea es un mar relativamente pequeño (21 km de largo por 11 de ancho y su profundidad
llega a 48 m). De un momento a otro pueden presentarse tormentas repentinas que
agitan las aguas, originando olas de hasta siete metros de altura.
Cuando la barca se encontraba en el mar se
levanta una tormenta que comenzó a amenazar la embarcación. A pesar de que los
discípulos habían sido testigos de muchos milagros, se llenaron de pánico en
esta tormenta. Como navegantes experimentados, estaban conscientes del peligro
existente; lo que no sabían era que Cristo podía dominar las fuerzas de la
naturaleza y si él estaba con ellos nada malo podía ocurrirles. Esto llevo a los discípulos a desmayar en su fe y confianza en Jesús. La versión RV1960 menciona que los discípulos
tuvieron “poca fe”, oligopistos
Strong #3640: De oligos, «pequeño», y pistis, «fe», lo
cual denota una fe que carece de confianza o que confía demasiado poco.
En medio de esa pobreza Espiritual los discípulos
despertaron desesperadamente al Maestro y a pesar de su poca fe Jesús los socorrió,
ordenando a los viento y al mar que se calmaran. La naturaleza reconoció la voz
de su creador y se produjo grande bonanza quedando todo muy tranquilo.
Lo que me hace
reflexionar este relato es que Jesús se encontraba con sus discípulos, ellos
desconfiaron de El a pesar de que Jesús se encontraba en la barca con ellos, no
se daban cuenta que Dios estaba con ellos y por eso nada les pasaría, pero a
pesar de esto Jesús calmo la tempestad, dejo todo tranquilo e hizo grande
bonanza. Al igual que con los discípulos Dios está en todas las situaciones de
nuestra vida, debemos confiar en El, Dios tiene el poder para dejar todo
tranquilo porque el esta con nosotros, solo tenemos que llamarlo y el viene a nuestro
rescate, cuando nosotros no podemos. Como los discípulos tenían a Jesús en su
barca, nosotros sus hijos lo tenemos en nuestros corazones, morando a Dios en
nuestras vidas porque somos Templo del Espíritu Santo (1ra Corintios 6:19).
Por ultimo
debemos saber que en los momentos de tormentas y problemas Jesús nunca se duerme,
podemos sentir que hay siempre una dimensión de nuestras vidas en la que sentimos que Dios
no puede obrar o no ha de obrar. Cuando comprendemos bien quién es El,
entendemos que El calma lo mismo las tormentas de la naturaleza que las
tormentas del corazón atribulado. El poder de Jesús que calmó esta tormenta
puede también calmar las tormentas que braman en nuestras vidas. Él está
dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos. Puede parecer
que está quieto sin hacer nada pero él siempre está ahí, esperando que podamos
acudir a él y sacar ese grito de angustia de nuestro interior para acudir a
nosotros y suplir nuestra falta de confianza en medio de las pruebas.
“Ten
paz y confianza en Jesús, solo el puede solucionar todos tus problemas.”
“Este pobre gritó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias.”
Salmos
34:6 (DHH)
ESCRITO POR NELSON CASTRO ALARCÓN
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