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Para reparar algo roto es
necesario tener todos los pedazos.
Solemos pedirle en oración a Dios que sane las heridas de nuestro
corazón y que nos renueve por completo, pero no estamos dispuestos a entregar
algunas piezas del rompecabezas de nuestra vida. Si somos realmente sinceros y
nos sometemos a una autoevaluación, encontraremos cosas que no quisiéramos
dejar o abandonar por nada aunque sabemos que no encajan con el plan de Divino.
Le decimos a Dios que lo adoramos y
que confiamos en él, pero no lo tenemos en cuenta a la hora de tomar ciertas
decisiones, en donde preferimos tener nosotros en control. ¡Qué difícil es
entregar el volante de nuestras vidas y decisiones! Pero los planes de nuestro Señor son aún mejores de lo que yo puedo
desear para mí. Te animo a que te abandones en los brazos del Maestro y
creas las palabras del Salmo 23: “Jehová es mi Pastor, nada me faltara”.
Déjate pastorear por el Buen Pastor.
Cuando le damos el corazón a Dios debemos asegurarnos de que cada
pedazo sea puesto en sus manos. Esto incluye: pensamientos, sentimientos,
esperanzas, proyectos, rencores, relaciones interpersonales, pecados, éxitos,
fracasos, rutinas, amores, odios y demás cosas que te vengan a la mente en este
momento.
Dios es experto en reparar vidas. Él puede hacer de lo quebrado algo perfecto y de un montón de
piezas rotas una pieza extraordinaria.
Como cristianos debemos estar completos y con todas las piezas en su lugar para
ser un testimonio de que con Dios es posible ser personas sanas, completas, y
abundantes.
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